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La virgen del santo agujero, por Naty Menstrual


l me buscó y me re buscó fin de semana tras fin de semana. El chongo mágnum -yo le había puesto ese apodo por su increíble parecido al machazo detective de la serie de la tele-, macho insistente se había quedado demasiado caliente con mi agujero virgen ese día de revuelque en el reservado de line Buenos aires. Me daba cuenta que el chongo no iba a parar hasta conseguir romperme mi virgen culo. Ese fin de semana no supe porqué, pero mi mente, mi cuerpo y mi alma se entregaron a él. Me dejé envolver por la noche y esos besos de bigotes anchos y decidí que iba si o si a encamarme fuera como fuera, estaba alejada de mis culpas y seguía las órdenes de mi más básico deseo. El chongo cazador se dio cuenta que su presa acorralada esa noche era demasiado fácil y me arrastró de la mano fuera de la disco.
    Escalera.
    Puerta.
    Mano en alto.
    Taxi.
    La marica con su cabeza y su culo lleno de dudas se dejo llevar. Me dejé llevar. En el taxi la calentura de los dos empañaba los vidrios de las ventanillas y el espejo. Estaba caliente. Pensando cómo sería todo. Cómo sería ese cuerpo de hombre desnudo todo para mí. Cómo sería mi propio cuerpo desnudo para otro macho man.

ADRENALINAPURA-ADRENALINPURA-ADRENALINAPURA

Llegamos. Bajamos. El chongo abrió la puerta del edificio. Subimos al ascensor. En ese cuadrado asfixiante nos ensalivamos las trompas, enredamos las lenguas, nos manoteamos la carne. Estaba demasiado excitada. Caliente. Sin terminar de entender que seguiría después. Pero quería y de eso estaba más que seguro aun sin saber. Puerta del departamento. Sobrio y ordenado, como de hombre con empleo, que le permitía pagar una mujer que le ordenara su vida poniendo cada cosa en su lugar a cambio de algunos pesos. Barato intercambio para evitar el desenfreno agobiante del desorden inmanejable y eterno.
    Al cuarto. A la cama. Sommier confortable de sabanas limpias, incólumes. Suave aroma a macho en todo el departamento. Yo lo olía. Me excitaba y olía mas abriendo la nariz para llenarme los pulmones de ese elixir varonil que loca loca me ponía. El macho se puso en pelotas completo. Cuerpazo de piernas musculosas y chuecas que enmarcaban un pedazo enorme de más de 20 cm., un premio largo y grueso, un Oscar, un Martín Fierro. Nos transformamos en un revoltijo caliente y el chongazo agarró un pote de algo y me enjugó el culo para poder cojerlo. Yo me dejé. Yo no sabía. Yo quería sin entender del todo, pero quería desesperado con mi agujero hirviendo. Me cojió de todas las maneras posibles. En cuatro. Patita al hombro. De costadito. Me metió la pija en la boca y yo chupé como si en vez de una pija se tratara de la paleta multicolor más sabrosa del planeta. Me cojió y me re cojió. Me preguntó si había acabado mientras acababa él con ardiente desenfreno. La marica tonta perdida nunca acabó, aunque dije que si con la cabeza las tres veces que el chongo me penetró y acabó como un perro. Todavía no sabía lo que aprendí después de algún tiempo. Tocarme y masturbarme mientras estaba haciéndolo, ése era el secreto. Cómo iba a saberlo.
    Volví a casa en el tren paradísima aunque había montones de asientos vacíos, me había lubricado el muy hijo de puta con silocaina, y al irse el efecto adormecedor el culo me ardía. No lo volví a ver más, se sacó las ganas y desapareció, se esfumó, como el genio de la lámpara.
    Con los años lo volví a encontrar… ido, loco, deambulando por la noche con un piloto raído y la barba espesa como largas barbas de choclo, así estaba la primera vez que lo encontré después de tanto tiempo, me miró con los ojos fijos y abiertos, temí su recuerdo, pero estaba enajenado en su miseria. No corrí para no levantar sospechas, me fui caminando lento.
    Otro día lo volví a ver, era como una aparición extraña en mi camino, esta vez, en cuclillas revolviendo la basura del mc donalds y comiendo como una bestia, voraz y mugriento. Tuve dudas, no sabía qué había pasado para que termine así, ido, como adueñado de su propio universo.
    Estaba como ausente en la vida, como aquella vez me había dejado el culo… Adormecido.

Naty Menstrual
Buenos Aires, EdM, diciembre de 2011
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