POEMAS

Preliminares para el estudio de la poesía, por Facundo Ruiz


El pensamiento poético,
antes o después del accidente del poema,
o a través del mismo,
procura constituirse como sistema axiomático:
enmarcando lo inmarcable

Édouard Glissant

El estudio de la poesía contempla un conjunto de piezas (más o menos verbales), algunas nociones (más o menos comunes) acerca de dicho conjunto y ciertas operaciones (más o menos técnicas) que ya articulan ya explican individualmente una pieza, su relación de conjunto, el vínculo entre piezas y nociones. Si bien cada aspecto (piezas, nociones, operaciones) puede considerarse por separado, teórica y prácticamente, pues el estudio de la poesía supone su distinción conceptual y disciplinar, la poesía como objeto de estudio implica, epistemológicamente, advertir esas posibilidades como dimensiones constitutivas: una dimensión inmediata que se encuentra expresada en el signo (piezas) y una dimensión dinámica que existe fuera del signo (nociones) pero que –de algún modo (operaciones)– determina al signo en su expresión y lo implica para su propia manifestación objetiva.
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Sacar la lengua, por Fernando Bogado



De la noche a la mañana voy
sacando lengua a las más mudas equis.

César Vallejo, “LXXVI”, en Trilce

OBJETIVIDAD / OBJETO

Una de las discusiones que recoge Jorge Panesi en un artículo sobre Néstor Perlongher en su último libro, La seducción de los relatos, se refiere al problema de la escritura crítica cuando se enfrenta al poema. Y digo bien “se enfrenta” porque la crítica tiene siempre ese tono pugilístico que ayuda a pensar que la oposición es también una forma de acceder al conocimiento (sino la única que, más o menos, vale la pena). Esa discusión es con Martín Kohan, y la idea rectora, la que articula las posiciones, es el problema de la relativa cercanía o distancia que un crítico tiene, en su prosa crítica, con respecto al poema, o a la obra poética, a analizar. Kohan plantea que el deber del crítico –para ponerlo en términos de una deontología que toma a la desobediencia, muchas veces, como parte de esa obligación profesional- es separarse de la lengua del poema, no dejarse contagiar por las formulaciones de los versos, por el estilo: ofrecer una distancia prudente. Panesi retoma la idea para plantear que, también, es posible pensar que la crítica de poesía no es para nada inmune a este contagio: la lengua del poeta, la lengua que el poeta instala con su obra, el cambio o temblor que propone a un determinado estado de la lengua en un determinado momento de la historia, es en realidad el núcleo duro de ese momento crítico. La lengua del poeta cambia la lengua, y no se puede escribir crítica de poesía más allá de esa lengua impuesta por la obra a analizar. Casi parecería que la escritura de crítica de poesía es, desde la perspectiva de Panesi, al menos, una forma de continuar el poema por otros medios. Otro modo de contagiarse, de sumergirse, de mezclarse. No hay separación posible, mostrando que, también, en algún punto, la crítica de poesía es el sueño de la crítica realizado: la posibilidad de pensar que no hay un corte nítido entre obra literaria y obra crítica, y que una y la otra son continuaciones, mejor, contorsiones del mismo discurso.
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POEMAS

PARADJANOV, la voz lírica del cine, por Yaki Setton


En julio de este año fue publicado por Leviatán, Los caballos de Paradjanov, de Denis Donikian. Yaki Settón fue uno de los presentadores del libro, junto a Lala Toutonian y Ana Arzoumanian,  en la Universidad del Cine. Para esa ocasión, Yaki Setton escribió estos poemas que hoy publicamos en Escritores del Mundo. 


1.
cómo se cuenta una tragedia
cómo
cómo se hace poesía y cine
de una tragedia
de cine sin separar de la vida
como si la poesía fuera imagen
como si el cine fuera imagen
o cuadros en movimiento
o retablos en arenas movedizas
¿cómo se hace cine una tragedia?
sí, aquí me pregunto.
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POEMAS

Inéditos: Dos Poemas, por Alfredo Saldaña


En uno de los poemas de Malpaís , del 2015, Saldaña (Toledo,1962) escribe: “Hacer del lenguaje / un campo de minas / en el que todo pueda/ en un momento/ saltar por los aires”. Durante los meses de otoño de este año, estuvo en Buenos Aires haciendo una investigación sobre Roberto Juarroz. En la libreta que tomaba notas de las entrevistas que realizaba y de los datos que hallaba en las bibliotecas, también se fueron colando varios poemas, como estos dos que hoy publica EdM.
    Ver: Saldaña en EdM

El difícil arte de caminar

Camina e intuye que esa y no otra es su posesión, su pertenencia: convertirse en el extranjero de sí mismo, poner tierra de por medio, liberarse de todas sus aflicciones y embriagarse en las tabernas con agua y no con vino. En su corazón guarda lo que solo el lujo de la pobreza le permite conservar: el aire de los caminos y el recuerdo de la sal de su sudor al caminar.

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Poemas inéditos: por Lola Zapata


Lola Zapata prepara su primer libro de poesía, mientras tanto toma fotografías y piensa sus versos en el cruce con las instantáneas. Según ella, lee más de lo escribe y escribe más de lo que publica. Escritores del Mundo comparte en este número con sus lectores cuatro poemas como adelanto del libro en preparación. 

Parto

Con la herida todavía fresca
deslumbrado
mi cuerpo
celebra
la pérdida
del poema.


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POEMAS

Si nuestras mantas fueran alas, por Daniel Macmillen Voskoboynik


Daniel Macmillen Voskoboynik (1994) nació en Londres, pero vivió muchos más años en Rusia y Latinoamérica. En 2014 se graduó en la Universidad de Cambridge, donde estudió Ciencias Políticas, Psicología y Sociología. Sus artículos y poemas han sido publicados en Poetica, Missing Slate, King’s Review, The New Internationalist, Open Democracy, Pacific Standard, Resonancias y en Escritores del Mundo, entre otros. Hace pocos meses ha dado a conocer Partituras al viento (Editorial Zikoren). EdM ha elegido algunos poemas que forman parte de la serie “Si nuestras mantas fueran alas”, que Macmillen Voskoboynik define como “un mapa poético de la crisis mundial de los refugiados” que “recorre fronteras, rutas migratorias y campos de detención, desde Siria a El Salvador”.
    Dice Macmillen Voskoboynik: “Vivimos en un mundo de particiones y partidas. Cada día, decenas de miles de personas cruzan fronteras de agua y tierra, aferrados a la ilusión de una vida mejor. Algunos viajan con pasaje y pasaporte. Otros van sin papeles, dispuestos a eludir las púas y las arbitrariedades del origen. Muchos no llegan nunca a su destino. La estadística, sin cara y sin nombre, cuenta que desde el 2000, más de seis mil restos humanos han sido encontrados en la frontera entre México y Estados Unidos. En el 2016, más de cinco mil personas murieron ahogadas en el mar Mediterráneo. Perdieron la vida huyendo por ella. Los textos de “Si nuestras mantas fueran alas” aluden a esos viajes, que van desde el mar de Arafura hasta la costa yemení, desde los montes de El Salvador a la pequeña ciudad nigeriana de Maiduguri que ha acogido a más de cien mil refugiados”.
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Tesoro: Sobre Poesía Secular de Selomo Ibn Gabirol, por Yaki Setton


A mi amigo Sandro Barrella

A veces sucede como un hecho inesperado: un libro que brota de la nada y cae en nuestras manos: ¿es para mí?, ¿cómo se llama, ¿sobre qué trata?, ¿de dónde viene?
    Un libro que nos llega, enigmático, como un tesoro descubierto sin saber de su existencia porque no lo buscamos ni lo esperamos ni está oculto bajo ninguna falsa puerta o bajo tierra, al lado de un gran árbol. Un libro que se abre como una caja mágica y de la que no brota un conejo sino cientos de bellos versos mozárabes, hebreos y está entre nuestras manos. Un libro que nos amenaza como una caja de Pandora con muchos de los enigmas de este mundo: los de la bondad, los de la maldad, los del amor, los de la amistad, los de la fe y los del dolor.
    Eso me sucedió con Poesía Secular de Selomo Ibn Gabirol editado por Alfaguara en noviembre de 1978 en su colección de Clásicos con Prólogo de Dan Pagis, traducción y notas de Elena Romero. De 22 x 13 cm, con 532 páginas, tapa dura y sobrecubierta; Poesía secular es un libro inhallable en las librerías de Madrid, Granada, Barcelona o Buenos Aires. Sin embargo, en Librería Norte, en su misterioso sótano más exactamente, apareció el ejemplar que tengo en estos momentos entre mis manos.
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Poema Inédito: “Adiós, muñeca”, por María Negroni


Con María Negroni (Rosario, 1951) sucede algo que sus lectores no dejan de celebrar: la constante sorpresa en un movimiento que nunca se apresura. En sus relatos, ensayos y poemas, la noche y el sueño son una constante que dialoga en susurros con su apellido. En “Adiós, muñeca” el susurro elige el policial “negro”, y acaso también la sala oscura de un cine.


Adiós, muñeca


                      —Shut up and deal!



se encuentran en un cruce
             entre algo que no existe
y algo que olvidaron

ella quiere saber
What is a man
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Tres poemas, por Liliana Lukin


Los tres poemas que siguen forman parte del nuevo libro que Liliana Lukin (Buenos Aires, 1951) publicará en los próximos meses y que llevará el título de Poemas del Buen Amor.


no sin consecuencias

pagar por el Yo
semanas respirando
igual arriba que abajo,
el súbito ascenso del sueño
en un fondo de ojos: sólo se ven
repisas con juguetes, mamá
y miniaturas, merezco el golpe

soy hundida y
veo: la propia calavera
como obra
de arte, sueño desnuda,
acurrucada en brazos
del operador de la máquina,
y atrás de la pupila me protejo


partir dejando toda
identificación, toda
posición, partir de allí: eso


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POEMAS

De mis sueños, de Marvin Andrade


Una niñera con tejanas botas
Desnuda y a ahorcajadas
De una silla plástica made in China
Decía: Cuidado, corazón, acaba
El mundo antes de pensar dos veces
El mundo es fiebre y de veras mata
Acaba ya ese miedo, corazón, acaba
Acaba, corazón, aquí acaba
Acaba, corazón, aquí el mundo acaba.

***
Marvin Andrade nació en Oruro, Bolivia, en 1983. “De mis sueños” integra el monumental De mis sueños (obra de teatro, estrenada en Potosí en 2001; fotonovela digital en 2003; instalación en Kiosko Galería, Santa Cruz de la Sierra, en 2007; poemario en 2009) y forma parte de Los primos, una antología de poetas americanos, compilada por Irene Sola y Facundo Ruiz.
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POEMAS

La palabra reflejándose, por Susana Cella


Susana Cella nació en Buenos Aires. Publicó los poemarios Tirante (2001), Río de la Plata, Eclipse y De amor (dientes, paredes arrugadas), y las novelas El inglés (2000) y Presagio (2006). Es profesora de Literatura Latinoamericana en la UBA y directora del Espacio Literario Juan L. Ortiz, en el Centro Cultural de la Cooperación (Buenos Aires).


Luminando como un recuerdo sumergido
en la superficie del agua, una palabra,
y tal vez su matiz y temblor sea casual,
aunque mucho dude
porque repito tal vez y tal, ahí arriba y más abajo
¿acto o sustancia, o potencial?

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Anónimo, de Martina Florencia


Despierto, abro lo ojos y pienso:
No escribo

Si el barco era la lengua
Los dientes la niebla y los labios
Eso tupido o llano, igual desierto
De hombres: un contorno móvil, parlante
Y el resto el resto con sus entierros y cantos
Cierto: los tripulantes serían ideas húmedas
Incomparables, regiones de sensibilidad
Y el pasado en caída y subida
Traga y devuelve y a veces queda
Morado o abierto o mudo del miedo
Bien: sería, eso sería y sin embargo
¿Por qué esa quietud: si es barco
Es lo que no navega pero flota: la lengua?

Mal sueño: despertar metafórico.
Y pensar que no escribo.

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POEMAS

Niña de Freire y Juramento, por Yaki Setton














La espío hace varios días desde mi ventana aunque
repita siempre la misma rutina de lunes a viernes.
Es por la mañana, apenas las seis media, y ya
juega y barre la vereda con su pequeña escoba.
Luego, ordena sus sábanas, frazada, juguetes,
lápices de colores; los guarda despacio y con
delicadeza en su bolsa de plástico transparente.

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Poemas: Serie materna, por Liliana Lukin


1.

mamá me dice a mí

“mamita”: me ama mamá,

cuando no sé cómo

hacerle olvidar el futuro

y le digo “pero mamá”,

y es todo, esa objeción en

medio de la vida que el lenguaje

alcanza a la boca:

“pero mamá”, le digo y la beso

con eso, la beso



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GANYMEDES, Por Lucas Margarit



he visto las alas de la belleza
acariciando mi muerte

soy un niño ciego
que se apresura a morir en el centro
inicial de la hora más temprana

soy un niño que recoge
moras venenosas en un árbol sombrío
y canta mientras agoniza

soy un niño de huesos oscuros
que se mutila el cuerpo
cuando calla

he sido el niño confundido
que sabía el nombre de mi pasado
y el nombre de las montañas

soy quien huye con la espalda cargada de arena
y como el risco debo soportar el viento y el cielo
y he sido el mismo que abrió las manos para encontrar
las monedas vacías de la edad temprana

soy un niño
perdido en el bosque blanco
un niño hermoso
que busca un dios
en la periferia del agua

Lucas Margarit,
Buenos Aires, EdM Mayo 2012

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Nuestras águilas, por Laura Klein


Fue que yo estuve viva el año de la humillación.
Por el codo de los siglos que me siguieron
sobre una columna, para ver, la hembra que era
hasta que no pueda más
alguien, yo, diga, no puedo más.

Si el hacha hubiera sido nuestro destino
hoy no me quejaría.
Tendría las agallas de volver la cabeza
atrás y ver
mi frente sana con el ojo partido.

Afortunada fui, al cabo de las horas.


Hubo un mes y un día para los vivos.
Hinché el pecho como para respirar o para rezar
y otros hincharon el pecho para respirar o rezar.
Para ser mis semejantes eran muchos.
Contemplamos la falta de ternura en el rostro de cada uno
como un foco politico de la desgracia.

Un alero era yo, que después fue mío.
Dispongo de toda la vida para observar mis mandamientos.
Canta cómo has llegado,      
cómo has llegado hasta aquí.
Una pinza por manos y en los ojos salve quieto gris.

Qué me importa si otros también saben lo que yo.
De pie estoy, para decirlo, no para que se me escuche.

Antes no me hubiera dado cuenta
viviendo de un ojo a otro.
No vi más de lo que vi
no vi menos.

Compartíamos miedo.
Fue imposible evitarlo.
Desde aquí veo el miedo.
Mucho más no se puede decir.

Nos querían aplastar.
Atrás de los cuadrados de heno
apretamos el lado angosto y gritamos
¡nos quieren aplastar!

Desconocidos éramos
que hicimos ver que nos importaba.

Asco sufro de costado.
Mucho más tuve
por la crencha rosada soportaba la vida
estúpida, grande y doliente que me hicieron
como hoy.

Fue como si nada, sin que faltara lo peor.
Todos los tuertos con toda la pata en las rejillas.
Y por qué no decirlo
si hubiera habido alegría
lo diría
lo habría dicho
como si mi vida no fuese oscura
y no fuese mía, y no fuese vida.

Ladrando están los perros.
Es un error que ya no se puede cambiar.
Más de uno se hubiera ahogado.

Ladrando están los perros
quisiera yo, como ellos
entre los molinos de miedo
aguantar, no sé cómo
estaquear mi lengua.

Me colma el pecho decirlo. Digo que sí.

Cuatro veces por día lavarme los colmillos.
Ahí me quise quedar y me echaron.

Fue que yo estuve viva el año de la humillación.
La avenida no tiembla y yo estoy ahí
las luces siguen prendidas y yo ahí
una o pequeña atrás de una horqueta
un cero pequeñín prendido a la teta de un gancho
yo insignificante colgado de una furca rígida.

Si nos hubiesen visto, nos habría bastado.
Si no nos hubiesen estimulado, viviríamos, nos
habría bastado.
Si al menos nos hubiesen expulsado
nuestros cuerpos hubiesen sido blanco suficiente para el ataque
estuches imposibles
nos habría bastado, nos habría bastado.

Antes, había sido una noche de pájaros,
no la mía.

Vienen a mi ojo,
van por mí, a mi ojo dilecto
nos quieren estudiar, como si yo estuviera muerta
como si no estuviera viva, gritando esta vez
en medio de un ramaje que tampoco me concierne.
Y aún así, prestada horca, calla conmigo, reduce tu alegría
a la hora más próxima, cuando te sieguen sin hacerte daño
y sin hacerte daño levantes la pequeña mano hasta la sien derecha.

Yo era un ancla.
Quería ser un muerto.
Solía soñar así, con los pies para delante.

Afortunada fui, que me pasaron por encima
cuando nada podía hacerse ni ser hecho.

Así lo cuento porque ahí estuve.
Al cabo de las horas, atada.
Comprenden? Allí estaba
para que nadie diga después
y se olviden de los vivos que fuimos
pares de los muertos.

Las circunstancias nos habían llevado prematuramente.
Este es el primer postulado de todo humano
que vino al mundo para quedarse.

Yo, que en ese entonces no hablaba –y no era muda
afirmo que buscaba algo.
Yo había sido puesta ahí
en una hora y una fecha determinadas
sin que nadie se hubiera dado cuenta.
Atrás o adelante
estaba yo ahí
para mí que estaba.

Dos orejas y dos ojos
sola en medio del rostro, arrugado aún
una sola única boca que permanecerá abierta un tiempo más
hasta después incluso de que la abertura se borre
calada en la calavera del futuro.

Respiro el aire que guardé en un cuerpo
demasiado joven para gastarlo.
No era mío, hace poco.
Como el ojo preso a la pared
pensé que había intentado.
Pienso que pensé.
Ulteriores experimentos no pudieron desmentir
estas diez sílabas.

Hoy hablan de mí como si yo no hubiera existido.
Mejor, ahora valdría el ganso que fui y mi antorcha apagada
desde que se inician mis recuerdos
porque cuando estuve viva
ni mi madre me veía.

Hablo de lastimaduras.
Al dar vuelta la cara, entregamos la mejilla.
Díganme si estoy gritando.

El barrio del chivo no quedaba lejos.
Fue que rodábamos, avestruces
al calor de nuestras risas
hacia el invicto.

Chuecos, ladeados, anteriores
de la clavícula brotaba un ojal
con su peso en las piernas bailaba
era el ojo, el ojo izquierdo.
Nadie que nos hubiera visto habría pensado
que estábamos contentos.

Hubo lesiones y lesionados.
Fue un mes de lesiones.
Yo, que no era lo que ahora, hubiera querido correr tras los frutos
que huían de los árboles hasta hundirse como huellas futuras
en la cabeza de los infantes.
Pero alguien, lejos de mí, cerró el umbral
y no vi más.

Había imaginado otro final para el comienzo.
No queriendo la cosa, íbamos a llevar animales
para que cuidaran las puertas, los puentes.
Ahí vimos que estábamos desnudos, solos.

No es la pena, no. Ya hubo demasiado en juego.
Los zócalos siguen repletos, al parecer,
hay golondrinas encerradas adentro
y aunque amanezca, aunque se esfuercen
aunque las costillas avancen
sus propias patas no tocarán la playa
no la pisarán.

Pero el rincón que se deja debe estar unido al suelo.

Yo estuve viva ese año.
En los intervalos del odio y el furor
miro mis palmas anchas, blanduzcas
y les pregunto cómo son suaves cómo están despiertas
y me dejan ir, y no me abofetearon.

El capítulo de matar no lo conozco.
Antes de ser cobarde, fui pequeña.
Mis mayores no me habían enseñado
nunca entendí a mis hermanos.
Fue que yo estuve viva y no sé cómo.

Lo que no me hizo daño
vuelve.
Fui una ventana, fue un nido
de vísperas.
Niños pequeños míos
no hubieran querido ser de allí.

En el salmo decía otra cosa.
Cómo nos iban a perseguir y subiríamos
con la promesa de que el veneno no llegaría al río
con el penal a cuestas subiríamos
y así sería
y así iba a ser.

Dije: no quiero envejecer entre oprimidos.
Creí que esto me sería dado.

La fianza nunca fue pagada.
Ahora, sí, confiamos porque queremos
porque no sirve para nada
la desconfianza que teníamos
para comernos hasta el cuero al fatigado sucesor del enemigo.

No fue invierno, como muchos querrían.
¿Sabíamos la clase de armisticio
que estábamos haciendo?
¿Dónde estaba nuestra nuca?
Yo estuve viva el año de la humillación.

¿Cuándo, mi bien, cuándo fuimos lisos?
Todas las moscas del futuro nos consuelan
y todas, alguna vez, cantamos a oscuras.

Vuestras águilas viven y se sientan
a la mesa y se reproducen.

¿Éramos, fuimos, diferentes?
Y, ¿dónde lo habríamos aprendido?
Naturalmente, cuando hacía frío
teníamos frío
pero cómo fue que nos dimos al árbol sin su fruto
no lo sé
no lo sé por más que mientras registro estos pensamientos
me hago ideas distintas
me hago una idea de naranjas y de flores para llevarme conmigo hasta el final.

Y lo hice – Escuchad.
Como si fuera fácil y como si fuera libre.
Dónde está mi hueso –comencé.
Yo llevé una vida hermosa, hermosa
carente de juventud
carente de desgracia
-díganme cómo estoy aquí ahora triturada y celosa.
Por la sencilla razón que no hay alternativa.

Aguante, ciudadana puerca!

Reuní mis armas
de ahí en adelante ennegrecidas
porque no estoy encinta –recordé
para la eternidad.
Como había pensado antes. Antes.
Así y todo tengo hambre y sed.
Los víveres, de acuerdo a los viejos rudimentos, siempre están cerca.
Voy por más.


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Dos poemas inéditos, por Liliana Lukin


Pero ¿y si no fuera necesario
hablar, decir nada,
para que los acontecimientos
arrojaran deshechos
los últimos restos de
algún conocimiento adulterado?

el poema, el poema,
¿a quién le importa
su revelación, la tardía
idea que tu idea trae
a estas playas de puro
tiempo y melancolía?

escribir sería una
fiesta en otra parte,
improbable,
donde la saciedad
de lo que el cuerpo pide
creara secreciones:

deseos de palabra
como deseo segundo,
deambular del ojo a la búsqueda:
inutilidades, adivinación, perturbaciones
que actuaran sobre lo visible
y lo dieran a probar: poemas.

*************************************


Prensar,
entre dos placas
de amianto, el corazón de una,
en el pozo ciego caída la gran ilusión

con los ácidos del reciclado
de la mente nada que hacer

estiércol
de los años de pastoreo
esparcidos en el altar
de los propósitos

gran depredación:
dejaron sólo dientes aptos
para una hierba cada vez más alta,
cromada y seca,

a todas luces sellado el material
de una posible resurrección
con la saliva
de las voces.

Liliana Lukin (Buenos Aires)
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